"Yo quiero ser conocida como soy y no hacer una comedia teatral, aunque todos nos inventamos un poco".

sábado, 31 de julio de 2010

Silvina Ocampo, cruelmente apasionada

Primera parte: Quién fue Silvina Ocampo

     Silvina Inocencia María Ocampo y Aguirre nació en Buenos Aires, el 28 de Julio de 1903, en la casa paterna de Viamonte 550. Fue la sexta y última hija de Manuel Silvino Cecilio Ocampo y Ramona Máxima Aguirre.
     Siendo muy pequeña, apenas tenía cinco o seis años, comenzó su instrucción en francés, español, inglés e italiano, mezclado con clases de aritmética, ciencias naturales, religión, música, piano, dibujo e historia, todas dictadas en francés. Las encargadas de la educación de las seis hermanas Ocampo (Victoria, Angélica, Francisca, Rosa, Clara y Silvina) eran Mademoiselle Alexandrine Bonnemaison, Miss Kate Ellis, Miss Berta Krauss y dos profesoras de español e italiano, quienes les abrieron la puerta de un mundo cultural que muy pocos llegaron a conocer con tanta perfección.
     Durante su juventud, en París, intentó estudiar dibujo y pintura con Pablo Picasso y André Derain, pero no lo consiguió; entonces tomó clases con Giorgio de Chirico, Fernand Léger, Othon Friesz y André Lhote. De regreso en Buenos Aires, trabajó la pintura junto a Norah Borges y a María Rosa Oliver, y realizó varias exposiciones, tanto individuales como colectivas.
     Perteneció, desde el principio, al comité de colaboración de la Revista SUR, fundada por su hermana Victoria en 1931, y pocos meses después, en 1932, conoció a quien luego sería su esposo: Adolfo Vicente Perfecto Bioy Casares (1914-1999). Tras un largo concubinato vivido en “Rincón Viejo”, la estancia de los Bioy en Pardo, Partido de Las Flores, contrajo matrimonio con Adolfo, el 15 de enero de 1940.
     En 1937 publicó su primer libro, un conjunto de relatos que lleva por título Viaje olvidado. Después alternó entre la narrativa y la poesía, y llegó a escribir algunas novelas y dos obras de teatro en colaboración con dos de sus amigos.
     En el mismo año de su casamiento, colaboró con su esposo y con su gran amigo Jorge Luis Borges, en la selección y traducción de material para la Antología de la literatura fantástica, a la que le siguió, con los mismos colaboradores, Antología poética argentina, editada al año siguiente y de la cual se vendieron muy pocos ejemplares.
     Apenas seis años después de casados, Silvina y Adolfo escribieron y editaron su única obra en colaboración: Los que aman, odian, una novela policial de marcado éxito ambientada en una zona cercana a Quequén. En ella cuentan las peripecias del Doctor Humberto Huberman, un médico homeópata que decide pasar unas vacaciones en el Hotel Bosque de Mar sin sospechar que se internará en un laberinto de amor, muerte y venganzas.
     Durante los años ’60, Silvina empezó a redactar su autobiografía. Al principio, y en verso, dio forma a sus recuerdos hasta la primera comunión. Disconforme con el resultado, descartó el manuscrito y volvió a escribir, esta vez en prosa, otra versión de sus memorias. Finalmente, rescribió el texto en verso libre e intercaló fragmentos en prosa versificada. El resultado fue un libro originalísimo -editado en 2007-, cuya lectura nos permite reconocer, más allá de las tergiversaciones, la infancia y preadolescencia de Silvina Ocampo.
     Víctima de su enfermedad, el Mal de Alzheimer, que la afectaba desde 1988, Silvina Ocampo dejó de existir en Buenos Aires, el 14 de diciembre de 1993, a los 90 años. Por suerte no vio morir a su hija Marta, que falleció en un accidente el 4 de enero de 1994, ni a Bioy, que cerró los ojos el 8 de marzo de 1999.
     A lo largo de su vida, Silvina recibió numerosos premios y condecoraciones, entre los que cabe destacar el Premio Municipal de Poesía (1945), el Segundo Premio Nacional (1953), el Primer Premio Nacional (1962), el Gran Premio de Honor de la SADE (1985), la Orden de las Artes y las Letras en el grado de Comendador (1985), el Premio del Club de los XIII (1988), el Premio Estaban Echeverría (1989) y la distinción como Ciudadana Ilustre por parte de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1990).


Segunda parte: La escritura de Silvina Ocampo

     Silvina Ocampo es autora de una gran obra -predominantemente narrativa y poética- que comprende más de una veintena de libros editados en vida y un número similar de inéditos que pronto serán publicados gracias a las gestiones de sus herederos. El material édito abarcaba, originalmente, siete libros de cuentos, siete de poesía, una novela policial escrita en colaboración con Adolfo Bioy Casares, una novela publicada en España a fines de los años ’80 (y que apareció en nuestro país el año pasado), cuatro libros infantiles, dos piezas teatrales en colaboración con Juan Rodolfo Wilcock y Juan José Hernández y dos antologías literarias compiladas con Bioy y con Jorge Luis Borges.


I. La narradora

     A lo largo de toda su obra narrativa, Silvina Ocampo trató una gran cantidad de temas: el amor, la muerte, los dobles, la naturaleza, los sueños, las supersticiones, la vida cotidiana; pero siempre con una constante: la crueldad. Esta especie de tema con variaciones (tan cotidiano y requetesabido en nuestra sociedad) tiene su origen, presumiblemente, en un encuentro con la muerte, durante su infancia; recordemos que, en 1911, murió Clara Ocampo, su hermana más inmediata, y que Silvina tenía entonces ocho años.
     En la misma época de la muerte de Clara, Silvina escribió sus primeras páginas, en inglés, y ya en ellas se vislumbra el gusto por la crueldad; ella misma lo contó así: “Recuerdo haber llenado tres cuadernos, cuatro cuadernos, cuando era muy chica, contando todas las cosas que recordaba, sacadas de la historia de Inglaterra, que me gustaba mucho, porque había asesinatos, personajes encerrados en una torre, niños preciosos dentro de una torre” [Encuentros con Silvina Ocampo, de Noemí Ulla. Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1982. Pág. 15].
     La narrativa de la menor de las hermanas Ocampo fue evolucionando desde su primer libro, Viaje olvidado. Pero es a partir de los cuentos de La furia cuando Silvina Ocampo encuentra “su propia voz”: las frases ya no tienen “tortícolis” y la escritura de va distanciando de la manera de hablar de la autora hasta llegar a una separación total.
    En 1937 apareció Viaje olvidado, libro que reúne losa primeros cuentos de Silvina. Los relatos provienen de recuerdos de infancia de la autora transportados “a una dimensión onírica”, como dijo Enrique Pezzoni [El texto y sus voces. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1986. Pág. 195], o “recuerdos enmascarados de sueños; sueños de las especie de los que soñamos con los ojos abiertos”, según Victoria Ocampo [“Viaje Olvidado”, reseña publicada en SUR Nº 35, Buenos Aires, junio de 1937. Págs. 119-120]. De cualquier forma, la escritora saca de la vida cotidiana, de su vida cotidiana, los argumento y los personajes que pueblan sus cuentos (¿acaso no aparecen -aunque tergiversados- Mademoiselle Bonnemaison, sus cinco hermanas, la costurera que tanto quiso en su infancia?). La escritura del libro refleja la forma de hablar de Silvina, que se debate en el uso de tres idiomas -inglés, francés y español- cuyas gramáticas y sintaxis son completamente diferentes; es exactamente lo mismo que le pasó a Victoria cuando empezó a escribir.
     Entre la publicación de Viaje olvidado y la de Autobiografía de Irene pasaron once años. Fueron años de intensa labor en los cuales Ocampo dio a conocer dos poemarios y escribió varios cuentos; la escritura de esos cuentos le permitió mejorar su estilo literario, “limar ciertas asperezas”. Los relatos de Autobiografía de Irene son radicalmente distintos a los anteriores; en ellos hay un sujeto casi ausente (en Viaje olvidado y en los libros posteriores a Autobiografía de Irene hay un sujeto “que habla”) y se advierte una mayor espontaneidad.
     La furia, editado en 1959, fue el libro más exitoso de Silvina Ocampo. La escritora retoma las formas habladas de Viaje… aunque los cuentos tienen otro desarrollo, porque ella se anima a jugar con el sujeto de la enunciación y muestra un dejo de crueldad mezclado con humor e ironía. Esta forma se continúa en Las invitadas (1961) y en algunos cuentos de Los días de la noche (1970); los demás relatos que componen este último libro se enrolan en las líneas expuestas en Autobiografía….
     Los dos últimos libros de cuentos de Silvina Ocampo -Y así sucesivamente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988)- fueron también los últimos que publicó. Son libros excelentes en los que Silvina (que ya es una mujer de casi ochenta y cinco años) se muestra de cuerpo entero gracias a un halo de juventud que conservó toda su vida y que la acompañó hasta el último momento de lucidez. Una vez, durante una comida de la Fiesta Nacional de las Letras de Necochea me dijo Jorge Torres Zavaleta: “Yo creo que Silvina Ocampo fue hasta el final una escritora joven, eternamente joven”. Y así es, efectivamente.


II. La poetisa

     Lo poético ocupó un lugar fundamental en la vida y obra de Silvina Ocampo. Desde que empezó a escribir, lo hizo desde la poesía.
     El primer poema de Silvina se perdió; sólo se sabe que era un diálogo entre una costurera y un maniquí. El segundo -“Me da miedo la sombra tan negra de la rosa / tan rosada cuando no es sombra”- persistió en la memoria de la autora y fue escrito en su infancia en el jardín de invierno de la casa de Viamonte 550, su casa natal.
     Muchos años después, Silvina volvió a la poesía. “Una tarde de fines de los años ’30 o de comienzos de los ’40, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares paseaban en auto por la zona de la Recoleta. De repente, con su voz única (medio gangosa, un poco trémula, algo borrosa, muy aniñada) Silvina comenzó a recitar unos versos. Bioy quedó sorprendido, deslumbrado por el fragmento de ese poema. Le preguntó de quién era. La sorpresa fue mayor cuando Silvina le dijo que lo había escrito ella.” Así, según Marcelo Pichon Rivière [“El enigma que no cesa: Silvina Ocampo”. Publicado en el diario Clarín de Buenos Aires, el 27 de mayo de 2001], se produjo el retorno de Silvina Ocampo a la poesía.
     Desde 1942, año en que SUR editó Enumeración de la patria, Silvina publicó varios libros de poesía: Espacios métricos (1945), Poemas de amor desesperado (1949), Los nombres (1953), Lo amargo por dulce (1962), Amarillo celeste (1972), Árboles de Buenos Aires (1979) y Breve santoral (1984); después de su muerte, y por iniciativa de Bioy, se publicó Poesía inédita y dispersa (2001), una selección hecha por Noemí Ulla de textos escritos entre 1960 y 1990.
     Los principales temas de la obra poética de Silvina Ocampo son el amor, las plantas, la infancia, los animales y la vida cotidiana. Casi puede decirse que son los mismos temas de sus cuentos. Pero aquí la crueldad se hace a un lado y deja su lugar a la pasión, a la dicotomía de la pasión en dos sentimientos tan contradictorios como son el amor y el odio. Y no es éste el único mérito de Silvina como poeta; justo es destacar que supo combinar los temas más sencillos con una riqueza expresiva pocas veces vista, y que encontró (o creó) su propia voz en el campo de la poesía mediante la combinación de la disciplina del ritmo y la cadencia, la influencia de la infancia, la alteración de elementos autobiográficos, la descripción exacta de los paisajes y esa especie de esbozo narrativo que aparece en varios poemas suyos. Todo esto converge en los casi quinientos poemas que componen la edición en dos tomos de su Poesía completa [Emecé, Buenos Aires, 2002-2003].


III. Conclusiones

    La obra de Silvina Ocampo tiene una originalidad incomparable (Bioy mismo dijo que Silvina era la mujer más original que había conocido; y que era original, incluso, a pesar suyo). En sus cuentos y novelas trabaja el mundo de la infancia insinuando lo maravilloso desde la cotidianeidad. Pero -siempre fiel a sí misma- desconcierta al lector mediante el uso de la ironía, que alterna entre la realidad y la ficción. A Silvina Ocampo la fascina el terror, y llega a combinarlo con la crueldad, logrando así un resultado sorprendente: el retrato literario de universo infantil.
     Por otro lado, su poesía es un canto a la vida, al amor, a las pasiones. Silvina ha dicho que no cree que un tema pueda ser sólo para un cuento, y otro para un poema. Entonces se deja llevar por sus emociones y termina creando una poesía con una secuencia narrativa propia del cuento (casi al estilo de su pariente, José Hernández), y cuentos en los que la poesía o lo poético tiene el rol protagónico.
    Silvina Ocampo escribió incansablemente toda su vida. Al principio, escribía a escondidas, sin mostrar a nadie sus creaciones; después, motivada por Bioy, se alejó un poco de la pintura y se dedicó a escribir. Y escribió por el simple placer que eso le causaba. Quizás por eso siempre fue la escritora, y no una aficionada a las letras. No le importaba estar eclipsada por las figuras de su hermana Victoria, de Bioy, o de Borges. Sólo quiso escribir, porque escribir, además de ser “el viaje más lindo”, es un acto de amor.

 
[Este texto fue, originalmente, una conferencia; luego se le agregaron fechas y algunos datos para su publicación en una revista literaria.]

1 comentario:

  1. Hola,

    Estoy editor del periodico non-profit STANDART (Dinamarca). Querríamos publicar un cuento de Silvina Ocampo, ‘Los funámbulos’ (Viaje Olvidado) en traducción danesa, para que sea conocida en Dinamarca Silvina Ocampo.

    Me pueden ayudar: A quien tengo que dirigirme por tener los derechos del texto?

    Saludos cordiales

    Martin Lykke Nielsen
    Editor, Litteraturmagasinet Standart
    martinlykke@standart.nu

    www.standart.nu
    www.facebook.com/LitteraturmagasinetStandart

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